Si estás leyendo esto, puede que ya te hayas planteado seguir una dieta vegetariana o vegana. Puede que alguna vez tuvieras la idea y hablases de ello con tus familiares o amigos, y su feedback fue tan negativo que decidiste dejarlo pasar.

Puede que el tema te corroa, que no sientas que estás caminando en la senda que te marcan tus valores y eso te haga sentirte decepcionado contigo mismo.

Tal vez tengas mucha voluntad, pero no terminas de pasar a la acción. O puede que todo esto te despierte cierto interés y solo quieras comer menos carne, pero no haces el cambio porque no es tu momento.

Esto nos pasa a muchas personas. Es mucho más fácil tener las ideas en la mente que dar el paso hacia lo que quieres. Si me dieran un euro por cada vez que he pensado que me gustaría hacer algo y se ha quedado en nada, estaría ya en una playa del Caribe inflándome a arepas.

Lo primero que me gustaría transmitirte es que, sea cual sea tu razón, está bien. No importa si lo que más motiva tu cambio es mejorar tu salud, o comer más verdura, o experimentar en la cocina.

Es igual si la motivación animalista o la ecologista no están entre tus primeras prioridades porque, en cualquier caso, es una decisión que tiene una repercusión positiva para todos: tú estarás satisfecho por alinear tus acciones con tus valores, tu huella ecológica será menor, y no estarás colaborando con una industria que provoca sufrimiento a otros animales.

Te voy a contar un poco cómo di yo el paso, por si te sirve (información no solicitada is coming).

En mi último curso de carrera, en 2015, decidí que quería comer más sano. Antes de recibir la Sagrada Llamada de la Nutrición, mis conocimientos sobre qué era saludable y qué no eran escasos, y cuando apareció en mi vida el blog de recetas veganas Danza de Fogones empecé a preparar platos nuevos por mi cuenta.

Por supuesto, sabía que hacer recetas veganas era, para mí, más ético que incluir alimentos de origen animal, pero la razón que me motivó a reducir mi consumo fue la salud. Así, poco a poco, me fui adaptando a dejar de comprar carne y pescado, y me hice vegetariana. No es una razón muy sexy en el mundillo vegano, pero a mí me sirvió.

¿Y quieres saber qué me hizo perseverar y continuar con ese estilo de vida?

En septiembre de 2016, después de graduarme y sin tener ni repajolera idea de qué hacer con mi vida profesional, decidí irme de voluntaria a Francia. Ya había vivido allí durante un año durante mi Erasmus, así que sabía a qué atenerme, a saber: un kilo de pollo podía costar hasta 16€. Cuando me mudé allí, simplemente dejé de comprar carne, porque me suponía un ahorro considerable.

Again, no es la motivación que más puntos da, pero me ayudó a continuar. Por supuesto, durante los primeros meses allí, no fui 100% vegetariana todo el tiempo, pero tener acceso a más productos y restaurantes vegetarianos ayudó mucho a asentar lo que iba aprendiendo y eliminar carne y pescado.

Ahora, estoy en tercero de Nutrición, y ser vegetariana es tan natural que lo que me resulta un esfuerzo es imaginar menús omnívoros para pacientes hipotéticos.

Volviendo al tema del principio, que me voy por las ramas: si quieres seguir una alimentación vegetariana o vegana, o simplemente quieres reducir tu consumo de carne de alimentos de origen animal en general, puede que tengas ciertas reticencias o que te sientas limitado por lo que dice la gente a tu alrededor o tu propia mente.

Por eso, te animo a que cojas papel y boli (sí, eso que da tanta pereza) y te plantees estas cinco acciones para tener más claro qué quieres y por qué:

De nuevo, deja que aflore lo que realmente mueve tu conducta. Creo que te será muy útil, no solo para motivarte, sino para recordarle a tu mente para qué quieres hacerlo. ¿Qué quieres conseguir? ¿Qué aportará esto a los demás? Darte cuenta de que detrás de esta decisión están tus valores de respeto a los demás, al planeta y a ti mismo puede ayudarte a dar el paso sintiendo que eres dueño de tu vida.

Si todo esto te suena a chino y piensas: “pues tampoco es para tanto, yo solo quiero comer menos carne, no convertirme en la nueva Madre Teresa”, esta reflexión también es para ti. Porque, aunque sea un cambio de hábitos pequeñito, sigue siendo algo que deseas conseguir, ¿y no merece la pena actuar hacia lo que quieres?

Lo de anotar qué aspectos pueden dificultar tu cambio de alimentación, por otra parte, puede servirte para ser consciente de las etapas difíciles del camino. No todo va a ser un camino de rosas: habrá comidas familiares, cenas de tapeo donde solo podrás comer pan y ensalada, bodas, Navidades… Y si eres consciente de ello, podrás crear tu propia estrategia para hacer frente a esas situaciones respetando tu determinación de no comer animales. O bien puedes hacer excepciones, recuerda que nadie va a venir a quitarte el carnet de vegetariano/vegano.

Me parece que traer al presente cómo te sentirás si llegas a tu objetivo es una parte muy importante del proceso, porque te conecta con quién quieres ser y lo que quieres conseguir. Disfruta de esta oportunidad para darte cuenta de cómo te podrías sentir si logras cambiar tu alimentación.

Esto pasará, y hay que ser consciente de ello. Habrá gente que se burlará de ti, o te mirará de forma condescendiente, o te dirá que vas a desnutrirte en dos semanas. Piensa en cómo reaccionarás y cómo te sentirás, y elabora una estrategia para poder responder a las preguntas de la mejor manera posible. Mi consejo es que no te enzarces en discusiones porque no suelen llevar a ninguna parte, pero si decides que tu estrategia sea explicar tus razones y mantener una conversación constructiva entorno al tema, adelante. La normalización es algo muy positivo.

Prueba a seleccionar 4-5 alimentos que sabes que podrás reducir fácilmente, y comienza por ellos. Puede que nunca fueses muy fan del solomillo de cerdo ni del jamón, o que la leche no te termine de gustar. Sea lo que sea, comenzar por pequeños pasos y avanzar a tu ritmo te ayudará a afianzar el cambio.

Es muy posible que haya algunos alimentos o platos que no podrás resistirte a tomar. Es muy típico, por ejemplo, que en Navidad se hagan excepciones y se consuman alimentos excepcionales, que no suelen estar presentes el resto del año. Esto es normal, y sea lo que sea lo que te hace consumirlos, está bien. Reflexiona sobre qué alimentos te resultará difícil eliminar y en qué situaciones: por ejemplo, si todos los domingos vas a comer paella a casa de tus abuelos, y te encanta, puedes pedir que te guarden un plato de arroz con verduras, o llevarte tu propio plato de casa.

Busca tu estrategia, y sé amable contigo mismo si sientes que rompes tus reglas. Simplemente, continúa con tu hábito de no comer animales en la siguiente comida. Cuando tratamos de realizar grandes cambios en nuestro estilo de vida, tener recaídas es totalmente normal y sano, ya que nos puede ayudar a extraer información que nos sirva para el futuro. Si antes de llegar a casa te mueres de hambre y no puedes resistir la tentación de comprar un bocadillo de jamón por el camino, puedes cambiar tu estrategia y llevarte un puñado de frutos secos o un plátano. De nuevo, nadie va a echarte del club de los Vegetarianos Perfectos.

Por ejemplo, cuando fui a Perú en 2018, no pude irme sin probar el ceviche. Lo probé, me gustó, y cuando volví seguí siendo vegetariana. Recuerda que ya haces más que la mayoría.

Poco después de comenzar mis andanzas vegetarianas, me invitaron a participar en un workshop de cocina vegana, durante una semana, en un camping del sur de Francia. Éramos 12 personas y nos dedicábamos, desde el desayuno hasta la cena, a preparar recetas veganas, experimentando y aprendiendo nuevas preparaciones y técnicas.

Una de las recetas que preparamos fue un halva (una especie de turrón típico de Oriente Medio, a base de pasta de tahini, miel y pistachos), en su versión vegana. Yo, que ya comía bastante saludable, comenté lo hipercalórico que era, y una de las organizadoras me contestó que ella era vegana por los animales, no para comer saludable. Me dio una pena terrible, porque para mí ser vegetariana y comer saludable eran dos caras de la misma moneda.

Por eso, es fundamental que no te dejes llevar por la inercia de comprar sustitutos vegetales de los productos ultraprocesados omnívoros, como salchichas o embutido vegetal, queso vegano, etc. En la inmensa mayoría de los casos, quien se hace vegano lo hace por respeto a los animales y/o al medio ambiente, así que please, no te olvides de respetar también tu cuerpo y elige alimentos saludables y nutritivos.

¡Y eso es todo por hoy! No te pierdas mis próximos artículos, en los que hablaré de los aspectos alimentarios y nutricionales más importantes, que debes saber sí o sí antes de dar el paso.

¿Te ha gustado este artículo?

Suscríbete a mi newsletter para seguir aprendiendo sobre veganismo, feminismo, sostenibilidad y alimentación saludable:

[mc4wp_form id=»247″]