¿Qué es esa cosa que envuelve mi comida?
Que en el mundo en el que vivimos generamos muchos residuos plásticos no es ningún secreto.
Vamos, no sé tú, pero yo compro en el típico supermercado de barrio, y no veo otra cosa.
Plástico por aquí, plástico por allá…
Desde la fruta y la verdura frescas hasta los productos procesados, hoy en día prácticamente cualquier alimento puede encontrarse envuelto en, como mínimo, un embalaje plástico. Y este material tan útil, ligero y versátil y cuyas aplicaciones son tan útiles, provoca un impacto ambiental enorme tanto en su producción como en su tratamiento tras el uso.
Te explico.
Los plásticos que envuelven los alimentos que consumimos son de un solo uso, es decir, que solo pueden utilizarse una vez antes de tirarse a la basura o reciclarse.
Además, no son como los metales: no se corroen ni se oxidan, sino que se degradan por la luz, dando lugar a microplásticos que pueden depositarse en la tierra, en las playas o acabar en los océanos (1).
¡¿Cuántos residuos dices?!
En el informe Plásticos de un solo uso de la ONU (1) explican que, desde los años 50, la producción mundial de plásticos de un solo uso se ha disparado. Esto se deduce a partir de la cantidad de residuos plásticos que se desechan; para que te hagas una idea, en 2015 se generaron 300 millones de toneladas de residuos plásticos en todo el mundo. Y en 2020, nos acercaremos a las 350 millones de toneladas, según el informe Maldito plástico: Reciclar no es suficiente de Greenpeace (2).
La verdad es que no sé qué pinta tienen 350 millones de toneladas de algo, porque es un número tan inmenso que me resulta dificilísimo de imaginar. Pero suena a un montón, ¿verdad?
El caso es que, además de generar una gran cantidad de residuos, los plásticos de un solo uso necesitan hidrocarburos fósiles (petróleo, vaya) para fabricarse. La ONU estima que, si continuamos con el ritmo actual de producción de plásticos, en 2050 esta industria será responsable de nada menos que el 20% del consumo global de petróleo.
Casi ná.
Reciclaje: pues tampoco es para tanto.
Además, la mayoría de los plásticos que usamos son de un solo uso, y se desechan dentro del año siguiente a haberlos producido.
Estos residuos son reciclados, incinerados, enterrados o directamente se tiran en el medio ambiente. Según el informe de la ONU, solo el 9 % de los plásticos producidos hasta la actualidad ha sido reciclado. Y casi el 80% se acumula en vertederos o en la naturaleza.
En el mismo informe se explica que en el año 2015, únicamente el 14 % de los residuos plásticos fueron reciclados.
De estos, el 2 % fue reciclado eficientemente, el 8 % fue reciclado para usos de menor valor y el 4 % se perdió durante el procedimiento.
Es decir, que el proceso de reciclado es tremendamente ineficiente y la mayoría de los plásticos que consumimos acaban contaminando el medio ambiente, acumulándose en el suelo y el agua.
Qué fuerte, ¿verdad?
Y dura, y dura, y dura…
En su informe, Greenpeace denuncia también que reciclar no es suficiente para hacer frente al problema de los residuos plásticos.
Además, expone cuánto tiempo tardan en descomponerse los envases que empleamos de forma cotidiana, como las botellas, los vasos, las bolsas, las colillas o los cubiertos de plástico (2):
- Una botella: unos 500 años.
- Vasos de plástico: 65-75 años.
- Bolsas: 55 años.
- Colillas: 1-5 años.
- Cubiertos desechables: unos 400 años.
Si tenemos en cuenta los datos del apartado anterior, que nos indican que solo una mínima parte de los plásticos que desechamos se reciclan, podemos hacernos una idea de la magnitud del problema, y de que, como dice Greenpeace, reciclar no es suficiente.
Hay que reducir. Pero ¿cómo?
Te lo cuento ahora.
Por fin: los Puriconsejitos.
Cuando me enteré de todo esto, hace bien poco, pensé que quizás yo podría hacer algo al respecto.
Y, como sabes, una de las cosas que más me motiva en este mundo es tener un estilo de vida sostenible, empezando por la alimentación.
Ya he dicho alguna vez que la comida, por ser algo de lo que nos ocupamos todos los días (y que, sencillamente, necesitamos para vivir), tiene una capacidad brutal de cambiar la realidad en la que nos movemos.
Con nuestro consumo ponemos la semillita del cambio de otras muchas personas y demostramos a las industrias qué tipo de productos queremos y cuáles no.
Eso, por supuesto, en caso de que el cambio vaya contigo.
Que tal vez no es el caso, no lo sé.
En todo caso, si has llegado hasta aquí tal vez es porque te interesa el tema, así que aquí te dejo mis propuestas para reducir el consumo de plásticos que hacemos cuando compramos en el supermercado.
Es lo que hago yo, al menos. Soy consciente de que podría hacer mucho más, pero aquí estoy, aprendiendo sobre la marcha, como para casi todo.
En fin, aquí están:
- Lleva tu propio carrito de casa. Pensarás que es una chorrada o que te hará parecer una abuelita, pero es que no hay nada más práctico para hacer la compra. Lo hago desde 2017 para casi todas mis compras, y además de reducir las bolsas que uso, mi espalda me agradece no cargar con tanto peso. Meto toda mi compra dentro y listo, sin necesidad de usar bolsas de plástico.
- Utiliza bolsas de tela. Es un básico: bolsas de tela reutilizables que sustituyen a las de plástico. Yo las meto dentro del carrito y después organizo la compra dentro de él en distintas bolsas. Practiquísimo.
- Para las frutas y verduras, usa bolsas de algodón. Esto es un poco frikada, pero yo me compré unas bolsitas de tela, más finas que las que uso para cargar con la compra, y ahí meto mis frutas y verduras, que compro a granel. También las peso dentro de esa bolsa, pero soy consciente que eso añade un ligero sobrecoste al precio de los productos (porque pesan más que las bolsas de plástico). Lo que puedes hacer es pesarlas antes de meterlas en la bolsa. De Perogrullo, pero útil.
- Acude a pequeños comercios de barrio con tus propios envases. Ya sean fruterías, verdulerías, charcuterías o tiendas a granel, intenta ir con tus bolsas, bolsitas, tuppers o botes de cristal y pide que te sirvan los productos en ellos. Estarán encantados de hacerlo y quedarás cool (a veces, también un poco rarito).
- Prepara todo lo que se pueda preparar en casa (sin necesidad de ser un Masterchef). Con una batidora o un robot de cocina se pueden preparar muchísimos productos sin necesidad de comprarlos ya hechos. Por ejemplo, yo siempre preparo en casa la masa para pizza, el hummus o la salsa de tomate para la pasta. Los más pro pueden preparar su propia leche vegetal, tofu y seitán. Yo no lo hago porque no me da la vida, no te voy a engañar.
Como ves, son consejos sencillos, no me complico excesivamente la vida. Requieren una pequeña inversión, pero sin volvernos locos tampoco.
Sé que hay personas muchísimo más involucradas en el movimiento zero waste y que podrían dar consejos mucho mejores que los míos.
Pero soy consciente de que cualquier pequeño paso es importante y que, estés donde estés en este proceso de cambio, está bien. Yo ya pasé una época en la que me sentía culpable cada vez que compraba algún producto que llevaba plástico en el embalaje. Me cansé de eso.
Por eso te animo a que lo intentes, a que implementes pequeños cambios, a que comiences desde cualquier punto y que sigas tu camino, si es que crees que esto de la sostenibilidad y de crear un mundo mejor va contigo.
Tampoco saldrás mañana de hacer la compra sintiéndote un héroe mientras suena música épica y la gente se vuelve a mirarte. Pero, cuando llegues a tu casa y mires tu compra, te darás cuenta de que has hecho lo correcto. Que has caminado en la senda de tus valores.
Y eso, amiga, es el camino hacia la felicidad.
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¿De dónde saco todo esto?
1. ONU Medio Ambiente. Plásticos De Un Solo Uso: Una hoja de ruta para la sostenibilidad. Vol. 227, Tecnology for Enviroment. 2018. 327 p.
2. Greenpeace. Maldito Plástico. Reciclar no es suficiente. 2019;31. Available from: https://es.greenpeace.org/es/wp-content/uploads/sites/3/2019/03/reciclar_no_es_suficiente.pdf