He engordado y sé muy bien por qué.

Yo, igual que muchísima gente, he sentido en este último año que la situación me superaba, que todo era demasiado injusto. El estrés, la soledad y demás emociones nada agradables se han instalado en nuestro entorno y, como ya te conté en mi artículo sobre por qué tenemos hambre emocional, sentirnos estresadas es una de esas cosas que nos suelen hacer comer de más.

Engordar si eres mujer puede llegar a ser muy estresante.

Te propongo reflexionar durante 30 segundos sobre esto: ¿cuántas veces has pensado en tu vida “he engordado, debería perder peso”? Si eres como el 99% de las mujeres, estoy segura de han sido un montón.

Engordar si eres mujer no mola nada. Muy pocas (poquísimas) se libran del juicio exterior sobre nuestro cuerpo y la inmensa mayoría sucumbimos a la presión para estar delgadas que nos llega de todos lados.

¿Qué nos lleva a sentir esta presión para estar delgadas que menciono? ¿Cómo nos comportamos las mujeres para evitar ganar de peso?

Te lo cuento ahora.

Las mujeres comen lechuga y los hombres hamburguesas.

Los estudios sobre alimentación en los que se diferencia entre hombres y mujeres tienen una conclusión bastante clara: tenemos patrones alimentarios distintos.

Y esto se ve ya desde que somos niños: las niñas comen más fruta y verdura y los niños prefieren comidas ricas en grasa y azúcar y la carne (1). Las niñas tienen, parece ser, una alimentación más saludable (2).

En adultos, se observa la misma tendencia: los hombres tienen por lo general una alimentación menos saludable que la de las mujeres (3–5), consumen más alcohol (6), más productos procesados (7), y acuden más a menudo a restaurantes de fast-food (2,7). Mientras tanto, las mujeres consumen más fibra, menos grasa y más fruta que los hombres (8).

Visto así, podría parecer una buena noticia: las mujeres tenemos una alimentación más saludable, ¡salimos ganando! ¿No?

Pues, como verás a continuación, no.

Un gran cuerpo conlleva una gran responsabilidad.

Lo que ocurre es que las mujeres sentimos una gran presión para estar delgadas, y eso nos lleva a controlar mucho más que los hombres lo que comemos para evitar engordar. Sentimos que es nuestra responsabilidad mantenernos así.

Si alguna vez has pensado «he engordado, debería ponerme a dieta», es totalmente normal. Muchísimos estudios han puesto de manifiesto que las mujeres nos ponemos más a dieta que los hombres para controlar nuestro peso. Es decir, evitar engordar siendo mujeres es algo que debe conseguirse a toda costa.

Nuestro descontento hacia nuestro cuerpo es tal que nos vemos empujadas a modificarlo y hacer dieta para bajar de peso, aunque éste sea normal y saludable (2,4,8–11). Por eso, engordar siendo mujer es vivido como algo horrible, que nos empuja a hacer dieta.

¿Por qué nos sometemos a tal situación para perder peso?

Pues esto se debe, en parte, a que nuestros ideales corporales están totalmente sesgados. Lo que para nosotras es un cuerpo ideal, es algo muy, muy difícil de alcanzar.

En un estudio (12) los investigadores preguntaron a un grupo de adolescentes cómo era para ellos un cuerpo ideal. Un tercio de las chicas entre 13 y 14 años manifestó que para ellas un IMC menor de 18 era el ideal de talla; un IMC que las profesionales de la salud consideramos peso bajo.

La presión social sobre las mujeres es muy fuerte y nos empuja a estar cada vez más delgadas, por lo que muchas nos vemos en la obligación de restringir la alimentación, lo cual nos lleva a sentir muchas emociones desagradables y además puede hacer que tengamos carencias nutricionales. Es un círculo vicioso: cuanto más nos limitamos la alimentación, peor nos sentimos, por lo que necesitamos más restricciones (2).

Incluso entre las personas con obesidad, ser mujer significa sufrir más discriminación: el peso es un factor limitante a la hora de encontrar trabajo, por ejemplo (2). Así que debes saber que no eres la única que ha podido pensar «he engordado, puede que no encuentre trabajo».

Esto explica (en parte) por qué comemos mejor.

Además de por nuestra tendencia a hacer dieta, las mujeres tenemos una mejor alimentación que los hombres porque tenemos más interés y sabemos más sobre alimentación saludable que ellos (4–6). Esto es así, según la literatura científica, porque la alimentación es la principal forma que tenemos las mujeres de no engordar y mantenernos saludables (4), y esto nos empujaría a interesarnos más en ella.

En un estudio realizado en más de 19 000 jóvenes universitarios de 23 países, los investigadores encontraron que las mujeres tenían más conocimientos sobre qué alimentos son saludables y cuáles no en prácticamente todos los países (8). También se observó que este efecto no dependía de la tendencia a hacer dieta que explicábamos antes.

En otro estudio noruego, las mujeres eran más conscientes que los hombres de que una alimentación saludable se relaciona con una mejor salud, y eso las llevaba a hacer cambios en su dieta más a menudo (2). Al estudiar la alimentación de más de 1 200 adultos en Irlanda, se vio que los hombres estaban entre los grupos sociales con menos motivación para hacer cambios alimentarios saludables (13).

En definitiva, parece que ser las mujeres somos más conscientes de que para que una dieta sea correcta, debe tener más verduras y menos grasa (2).

Todas estas investigaciones nos indican una cosa: que si los hombres no tienen una alimentación tan saludable como las mujeres es, en parte, porque no tienen una motivación tan grande por mejorar su alimentación por razones de salud (4). Porque la principal forma de controlar el peso que emplean los hombres parece ser la actividad física (14).

He engordado: una frase cargada de estereotipos (si eres mujer)

Los estereotipos de género nos dañan porque son limitantes: nos dicen cómo debemos comportarnos por el hecho de ser hombres o mujeres, sin tener en cuenta lo que realmente queremos ser o hacer.

Por ejemplo, estos estereotipos son los responsables de que, comparados con las mujeres, los hombres consideren muchos comportamientos saludables, como llevar una dieta sana, menos importantes. Para ellos, el sabor o la comodidad serían más importantes que la salud a la hora de elegir qué comen (8).

También son responsables de que engordar si eres mujer, sea percibido como algo horrible a evitar a toda costa.

En definitiva, todos nos vemos limitados por los estereotipos porque nos perjudican de una forma u otra nuestra salud: a nosotras, en la salud mental; a ellos, en la salud física.

En qué me baso para decir todo esto

1.          Modlinska K, Adamczyk D, Maison D, Pisula W. Gender differences in attitudes to vegans/vegetarians and their food preferences, and their implications for promoting sustainable dietary patterns-A systematic review. Sustain. 2020;12(16):1-17.

2.          Grzymisławska M, Puch EA, Zawada A, Grzymisławski M. Do nutritional behaviors depend on biological sex and cultural gender? Adv Clin Exp Med. 2020;29(1):165-72.

3.          Lallukka T, Laaksonen M, Rahkonen O, Roos E, Lahelma E. Multiple socio-economic circumstances and healthy food habits. Eur J Clin Nutr. 2007;61(6):701-10.

4.          Arganini C, Saba A, Comitato R, Virgili F, Turrini A. Gender Differences in Food Choice and Dietary Intake in Modern Western Societies. En: Public Health – Social and Behavioral Health. 2012.

5.          Kiefer I, Rathmanner T, Kunze M. Eating and dieting differences in men and women. J Men’s Heal Gend. 2005;2(2):194-201.

6.          Heuer T, Krems C, Moon K, Brombach C, Hoffmann I. Food consumption of adults in Germany: results of the German National Nutrition Survey II based on diet history interviews.

7.          Nardocci M, Leclerc BS, Louzada ML, Monteiro CA, Batal M, Moubarac JC. Consumption of ultra-processed foods and obesity in Canada. Can J Public Heal. 2019;110(1):4-14.

8.          Wardle J, Haase AM, Steptoe A, Nillapun M, Jonwutiwes K, Bellisle F. Gender Differences in Food Choice: The Contribution of Health Beliefs and Dieting. Ann Behav Med. 2004;27(2):107-16.

9.          Santos I, Sniehotta FF, Marques MM, Carraça E V., Teixeira PJ. Prevalence of personal weight control attempts in adults: a systematic review and meta-analysis. Vol. 18, Obesity Reviews. Blackwell Publishing Ltd; 2017. p. 32-50.

10.        Bärebring L, Winkvist A, Augustin H. Sociodemographic factors associated with reported attempts at weight loss and specific dietary regimens in Sweden: The SWEDIET-2017 study. PLoS One. 1 de mayo de 2018;13(5).

11.        Davy SR, Benes BA, Driskell JA. Sex Differences in Dieting Trends, Eating Habits, and Nutrition Beliefs of a Group of Midwestern College Students. J Am Diet Assoc. 2006;106(10):1673-7.

12.        Schuck K, Munsch S, Schneider S. Body image perceptions and symptoms of disturbed eating behavior among children and adolescents in Germany. Child Adolesc Psychiatry Ment Health. 2018;12(1):1-11.

13.        Hearty ÁP, McCarthy SN, Kearney JM, Gibney MJ. Relationship between attitudes towards healthy eating and dietary behaviour, lifestyle and demographic factors in a representative sample of Irish adults. Appetite. 2007;48(1):1-11.

14.        Clarke PJ, O’Malley PM, Johnston LD, Schulenberg JE, Lantz P. Differential trends in weight-related health behaviors among American young adults by gender, race/ethnicity, and socioeconomic status: 1984-2006. Am J Public Health. 2009;99(10):1893-901.