¿Tienes una relación tóxica con la comida?

¿No puedes evitar comer, aunque sabes que no deberías?

¿Tu alimentación te hace estar de mal humor, sentirte desdichada y querer escapar de tu vida?

Yo estuve ahí:

Pasé dos años lidiando con una relación conflictiva con la comida a la que poco le faltó para convertirse en un trastorno por atracón.

A pesar de que mis intenciones eran buenas (al fin y al cabo, ¿quién no quiere cuidarse y comer mejor?), la forma en que me hablaba a mí misma estaba cargada de reglas alimentarias absurdas y exigencias desmesuradas hacia mi cuerpo.

Ahora entiendo qué es realmente para mí una alimentación saludable: una que cuida mi bienestar físico, pero que también me genera más emociones agradables que nunca.

Nada de culpa después de comer en un restaurante. 

Cero ansiedad por si no puedo controlarme estando con amigos. 

Ciao a los “debería” y a los “no debería comer esto”.

Así que, si no sabes qué hacer para cuidarte a ti misma como una madre cuida a su bebé, yo puedo ayudarte:

Cada semana mando un email con reflexiones de nutrición feminista.

Consejos de alimentación e insights desde la psicología de tercera generación 100% aplicables.

Son cortos, entretenidos y te ayudan a comer mejor sin obsesionarte ni sentirte culpable después.

Además, cuando te suscribes, te llega el ebook «Por qué no tienes que bajar de peso (por mucho que tus padres, tu mejor amiga o tu médico te lo digan por tu bien)».

Puedes suscribirte aquí abajo en menos de lo que se tarda en abrir un bote de hummus.

Y si te borras no me enteraré (pero el hummus quizá se enrancie).

Bienvenida al club de la nutrición con perspectiva de género.

Aquí sabemos que las reglas alimentarias estrictas y el control rígido de la alimentación no llevan a ninguna parte.

Es más: sabemos que, en esa guerra, las mujeres tenemos las de perder.

Cuando en los anuncios de Instagram o YouTube, en las series de Netflix o en la publicidad de la calle, lo único que ves son mujeres delgadas y fit que comen lechuga y ríen sin parar, algo se reprograma en tu cerebro.

 

Asumes que la alimentación es poco menos que un trámite engorroso que hay que sufrir para conseguir lo que realmente es importante: la delgadez que precede al éxito.

Da igual cómo te haga sentir eso, o el efecto que tenga en tu metabolismo.

Por eso, el feminismo es tan necesario en la consulta de nutrición:

Cuando entiendes por qué comes como comes, puedes construir una alimentación que se adapte a ti y no al contrario

Para conseguirlo, puedo ofrecerte:

Descubre por qué no tienes que perder peso...

… a pesar de que tu médico, tu pareja, y hasta tu vecina coincidan en que sí.

Un email, un clic, y lo averiguarás.