Meditación

Meditación vs. la mente del mono

A mí me encanta la meditación y la practico todos los días. Aun así, lo primero que hice ayer al levantarme fue coger el móvil. No estoy orgullosa de decir que no duré ni 10 segundos despierta sin entrar en Internet, mirar mis Whatsapps y ver qué había pasado en Instagram en las últimas nueve horas. Mi mente iba en piloto automático y yo apenas tenía conciencia de por qué sacaba el móvil del bolsillo.

Esto es una consecuencia de vivir en el modo hacer. Pagar facturas, ir a comprar porque la nevera está vacía, escribirle a tu amiga la que está con COVID… Todo son cosas que nuestra mente nos empuja a hacer sin pausa. Por eso, a menudo los que se dedican a meditar como estilo de vida hablan de la mente del mono: nuestra mente va saltando continuamente de rama en rama, sin parar más que para dormir.

En qué se parece la meditación a levantar pesas

Ya te conté que el mindfulness no es una técnica ni un método. Es más bien una capacidad innata del ser humano, un modo ser que es opuesto al modo hacer de la mente.

Qué bonito, ¿no? Dejar de hacer cosas en piloto automático y empezar a saborear cada momento. Meditar mientras caminas. Llegar al trabajo sin la sensación de que acabas de salir de un trance porque has pasado el trayecto distraída en Instagram. Comerte una ensalada y notar la textura crujiente de la lechuga, el sabor grasiento de los anacardos, el puntito picante del aceite de oliva. Pasear siendo consciente de cada color, cada sonido, cada olor.

Claro, si eres alguien con sentido común, seguramente empezarás poco a poco. Si eres como yo, igual quieres empezar la meditación dedicando 30 minutos al día, y te sientes abrumada porque, seamos sinceras, no es sencillo.

Meditar es al mindfulness lo que las pesas a la fuerza. Es el entrenamiento que puedes regalarle a tu mente para ser más fuerte, más resiliente y más calmada. Y para ello, mejor empezar poco a poco.

(Si no, nos podría pasar como a mi amigo Ander, que se pasó de la raya haciendo calistenia y acabó en Urgencias. Aunque la lógica me dice que nadie acabará en urgencias por meditar).

Una cosa muy importante que debes saber: tu mente intentará hacerte dudar de que la meditación sea realmente útil. Aparecerán dificultades y tendrás que conocerlas para que tu meditación sea realmente útil, para sentirte conectada con tu cuerpo, y en definitiva, para sentirte más en calma contigo misma.

Resistencia nº1: La distracción

La mente del mono es increíblemente ágil, no para ni durante la meditación. Lo mismo estás concentrada en tu respiración, de pronto te acuerdas de aquella excursión que hiciste con tu ex hace unos años, eso te recuerda que su cumpleaños fue en febrero y no le felicitaste, lo cual te hace pensar en que tu cumpleaños es pronto y no sabes cómo celebrarlo, y acabas pensando que probablemente la COVID te lo arruinará.

Y ¡boom!, la ansiedad está servida.

La distracción es una consecuencia totalmente normal y esperable de la meditación. Pero es que, además, el objetivo de la meditación no es que no te distraigas: es fortalecer tu músculo. El músculo de devolver tu atención.

Resistencia nº2: La incomodidad

La meditación puede hacer aparecer emociones y sensaciones incómodas. Ansiedad, nerviosismo, aburrimiento, presión en el pecho… Eso puede llegar a ser tan molesto que puede hacernos interrumpir la meditación.

De nuevo, recuerda: la meditación no busca que las emociones y las sensaciones desagradables desaparezcan, sino ser capaz de estar con ellas. Aceptarlas, sentirnos en paz con ellas, hacerles espacio.

Resistencia nº3: La autocrítica

Es posible que si te has distraído durante la meditación o si te has sentido muy incómoda, tu mente te diga que no lo estás haciendo lo suficientemente bien, que no eres lo suficientemente buena. La autocrítica es muy típica y también puede vivirse de forma molesta, ya que parece que, si la meditación no te deja en un estado de éxtasis absoluto, es que la has hecho mal.

También es absolutamente normal. Tu mente no está defectuosa, las mentes humanas funcionan así.

Cómo hacer más fácil la meditación

Si te pasan estas cosas… Bueno, dale las gracias a tu mente, y sigue. En serio, no hay mayor solución. Aparezca lo que aparezca, hazle sitio, acéptalo y sigue practicando.

En la meditación, cada vez que aparece alguna de estas resistencias, significa que lo estás haciendo bien. Y lo que es más curioso, si no aparecen, también lo estás haciendo bien.

La meditación no consiste en conseguir objetivos (relajarte, no aburrirte, no distraerte, no sentir ansiedad) sino en practicar. Darte cuenta de lo que sucede dentro de ti, aceptarlo, y dejarlo ir.

Y recuerda: tu mente es capaz, igual que cualquier otra, de meditar y estar presente, solo necesitas dedicarle tiempo.

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